Anibal Gimenez

No sé bien desde cuándo me gusta la fotografía pero tengo muy presente cuando comencé a estudiarla.
En el año 2010, consultando a amigos que habían estudiado, uno me recomendó el Taller. Me dijo que por la forma en que se desarrollaban las clases me iba a gustar. Me anoté en lista de espera a que abriera un curso inicial y después de casi un año, empecé el primer nivel. Se hizo larga la espera…hasta pensé que no iba a poder empezar en este lugar. De vez en cuando llamaba para ver si había novedades, después me di cuenta que era con Julián con quien hablaba.
El primer nivel me enseñó muchas cosas. Sobre todo darme cuenta todo lo que me faltaba formarme ( y lo que falta…).
A ese le siguieron el Nivel 2, Teoría de la imagen, Laboratorio, un taller de retratos y lo último que cursé la CLÌNICA SIN FIN. Un espacio donde me ayudó a ver muchas cosas de mis fotos con fotógrafos muy formados.
Luego está la búsqueda personal que haga cada uno con la fotografía. En mi caso, lejos está de ser un pasatiempo o hobbie de fin de semana. Tampoco es mi trabajo. Por lo cual, hoy en día cada vez que hago una foto, pasa por lo emocional, lo visceral. Trato de ver que hay de mí en esas fotos. Ya sea un paisaje o un retrato…en esas fotos me busco a mí.
Además de esto, algo muy importante y donde también aprendí y sigo aprendiendo mucho es con la gente increíble que conocí en estos años y cursos. Gente que se alegra de verdad con los logros personales de otros. Algo que pude comprobar personalmente. Nada màs y nada menos.
Hay una frase de un fotógrafo español que me gusta mucho: “Cuando uno empieza a intuir el poder de la fotografía, se enamora de ella.”
Tengo un cariño muy especial por el Taller. Por todo lo que conté. Es un lugar donde se tiene la sensación de que en algún momento uno va a volver.

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